Historia de una de las ciudades más antiguas de El
Salvador
Por Héctor Ismael Sermeño (*)
Al menos tres mil quinientos años la contemplan: Es
Chalchuapa; antigua, colonial, contemporánea, eterna. Hoy sobrepasa los
cien mil habitantes, antes no sabemos, pero fue la ciudad maya más grande del
territorio que ahora llamamos El Salvador, además de constituirse en una de las
mayores de la Ruta Maya.
Con un área que puede alcanzar los diez kilómetros
cuadrados, los incontables vestigios arqueológicos ubicados en esa superficie,
documentan la grandeza que los monumentos rescatados apenas reflejan. El Museo
Nacional de Antropología David J. Guzmán, posee las pruebas de su importancia
prehispánica: un 60% de sus piezas de exhibición y de sus depósitos
provienen de la enorme zona arqueológica chalchuapaneca, estudiados desde el
siglo XIX, primeramente por especialistas extranjeros y posteriormente,
por nacionales.
Los conquistadores europeos encontraron a los
pocomames, mezclados con los, también, conquistadores aztecas de la rama pipil,
pero sustentando todavía, la fuerza de la cultura maya, en ese momento ya
desaparecida en su grandeza, pero sobreviviente de manera poblacional. Por eso
a El Salvador le resulta imprescindible el estudio y la existencia de
Chalchuapa para explicar la construcción de su cultura y su estado nación.
Durante la época posterior a la conquista y durante
la era colonial, Chalchuapa mantuvo un nivel de importancia bastante relevante.
Fue uno de los llamados pueblos de indios, pero muy rico y muy poblado. El
tamaño de los templos católicos, reflejaba esta importancia; por esta razón el
dedicado a Santiago Apóstol, ya para 1586, más o menos medio siglo desde su
fundación, se consideraba trascendente, según relató el religioso franciscano
Alonso Ponce a su paso por el poblado, que se llamó Chavelapan, después
Santiago Chalchuapa, por su santo patrono y al final solo Chalchuapa, al menos
a partir de 1770, según Pedro Cortez y Larraz, arzobispo de Guatemala, en la
narración de su visita.
Chalchuapa aportó a la economía de la provincia de
San Salvador, árboles y semilla de morro, cacao, tabaco y maíz.
Posterior a la independencia, en el siglo XIX, formó parte del gran núcleo
cafetalero del occidente de la ya República (al menos a partir de 1845) y se
convirtió en la quinta ciudad del país (1905) superada en sus 20,856 habitantes
sólo por Santa Ana, en ese momento la primera, con 50,854, San Salvador con
50,304 ; San Miguel con 25,462 y San Vicente con 21,048, ésta última con
apenas 192 habitantes de diferencia; datos según Silvia Dutrent, en su libro
“El Salvador”, México, 1989.
También producía azúcar, cereales y ganado.
Ahora sigue siendo importante el café, pero también el comercio y la industria;
esta última fue la más poderosa del país cuando el estimulante era el grano de
oro, con una decena de beneficios de café, de los cuales, el denominado El
Tazumal, era uno de los más grandes del mundo. Hoy la Cooperativa Cafetalera
Cuzcachapa, ha ganado varias veces la Taza de Excelencia en este ramo.
En
referencia a lo anterior hay un interesante estudio sobre el fenómeno económico
de Chalchuapa y sus implicaciones, investigado y escrito por Aldo Lauria
Santiago titulado “Una república agraria”, publicado en 2003; es una fuente
increíble para entender, a través del estudio de las relaciones económicas en
Chalchuapa y El Salvador, la construcción de la República
Salvadoreña.
LA INFRAESTRUCTURA CHALCHUAPANECA
La ciudad posee uno de los centros históricos más
grandes y relevantes de todo el país. Rica en arquitectura, tradiciones y
costumbres, la occidental Chalchuapa configura las cualidades urbanas como base
de la cultura, gracias a la diversidad de elementos que la componen.
El actual templo de Santiago Apóstol, es la muestra
de la mejor arquitectura religiosa barroca colonial en El Salvador. Iniciada su
construcción (circa 1630), es el templo colonial más grande y mejor conservado
que la colonización española nos heredó. Muchas poblaciones tienen la traza de
cuadrícula propia de la época, pero no conservaron sus templos por razones
diversas: incendios, terremotos, demoliciones y guerras. Chalchuapa posee esta
riqueza arquitectónica excepcional. De hecho, no quedan en territorio
salvadoreño, más de una veintena de iglesias verdaderamente de la época. Todas
las demás falsamente denominadas como coloniales, fueron construidas
después de la firma de la independencia en 1821.
El templo es en cruz latina, con una sobre decorada
y barroca cúpula sobre el presbiterio, bastante elevado y de muy buen tamaño.
Construido con adobe y mampostería, incluye excelentes retablos y bella
imaginería desde el siglo XVII. El atrio es de lo mejor y el muro perimetral
colocado en el siglo XIX, está muy integrado al resto del edificio. Posee torre
del reloj que da la hora desde 1874. Se consideraba desde el siglo XVIII, que
si una ciudad tenía reloj público grande, era muy importante. Los
ciudadanos presionaron en esa época propiciada por la riqueza del café y
tuvieron su reloj.
Durante el siglo XX se construyeron otros templos
como El Calvario, de muy buen tamaño, el de María Auxiliadora, del colegio y
hospicio, la capilla del antiguo hospital y el nuevo de María Auxiliadora de
reciente creación, además varias ermitas en cantones y colonias.
Las edificaciones de gobierno, policía y cuarteles
fueron muy buenas antes de la guerra, en edificios de adobe, piedra,
mampostería y cemento armado. Igualmente las escuelas, almacenes y otros
edificios comerciales. Sin embargo, es en las áreas habitacionales en dónde se
dan muchas muestras de la mejor arquitectura desde finales del siglo
XVIII.
Sobresalen la llamada Casa de los leones o de las
águilas, una elegante residencia de tres niveles con varias esculturas
frontales, un tanto neoclásica y que data de los 1920; una sede bancaria
diseñada por el genial arquitecto salvadoreño Rubén Martínez; los dos parques
centrales, uno dedicado al padre de la patria, Dr. José Matías Delgado y el
otro a la Virgen María en donde fuera la Plaza Principal desde su fundación,
frente a la parroquia de Santiago. La ciudad posee varios monumentos y un
histórico e impresionante cementerio, con mausoleos de gran tamaño y
expresión artística. Las residencias de los acomodados cafetaleros y
comerciantes, especialmente en la Avenida 2 de abril, la Calle Ramón Flores,
los alrededores de la parroquia de Santiago y la calle del Comercio;
también en la sexta calle. Son sobrias y muy elegantes en sus fachadas en las
que predominan los balcones andaluces, canecillos y moldurado renacentista y
mudéjar.
Son casonas de un cuarto y hasta media manzana de
construcción, con grandes puertas, zaguanes de arcos de medio punto y esquinas
redondeadas que las particularizan. Pese a que corresponden a diferentes
estilos, según las épocas pertinentes, el mantener la línea de construcción
original y el cuidado en los diseños, hacen del paisaje urbano local una
muestra de conservación excepcional para una ciudad salvadoreña. Las
construcciones disonantes son en menor cantidad que en otros centros históricos
nacionales y, a partir de la aplicación de la Ley de protección al Patrimonio
cultural en 1993, la conservación, la reconstrucción y la restauración han
mejorado, en mucho, a la ciudad.
También
existen varios auditorios y tres estadios; dos para fútbol y uno para baloncesto.
LA GRANDIOSA CULTURA.
Ninguna ciudad salvadoreña del interior del país y
fuera de San Salvador y Santa Ana, tiene tantos, y tan diversos, espacios para
la cultura, además de muchos bienes culturales patrimoniales, ya sean
edificados como intangibles. Chalchuapa es muy particular en este ámbito. En
ocasiones pareciera que ni sus propios pobladores se dan por enterados.
Posee, como ya se explicó, el más hermoso templo
colonial barroco de El Salvador. Las procesiones de Semana Santa de esta
iglesia, fueron declaradas legalmente, Patrimonio Intangible de la Nación en
2007. Grandiosas, espectaculares y de participación masiva, no tienen igual en
todo el país. Aparte desarrolla un calendario de celebraciones religiosas de
índole folclórica, de gran importancia en Santiago Apóstol, El Calvario Y
María Auxiliadora. Igualmente las del día de muertos y navidad, con muchas
particularidades propias de la localidad.
En 1920 ya poseía dos salas de cine. En la década
de 1930, el General Hernández Martínez le construyó un Teatro Nacional, el cual
sirvió para proyectar películas y recibir grupos y compañías de artes escénicas
y que fue demolido hace unas tres décadas. Posteriormente, un empresario
local levantó un enorme cine de más de mil butacas, que todavía existe,
denominado Maya, que en medio de la actual crisis mundial de los cines de
gran tamaño, es arrendado ahora a una organización religiosa protestante.
La gastronomía(uno de los mayores patrimonios
culturales intangibles) es también sobresaliente, desde sus épocas ancestrales
prehispánicas, los ingredientes locales han particularizado la alimentación: La
yuca salcochada blanda, con chicharrón de cerdo y especial encurtido, es su
principal bandera, a la que se agregan los panes franceses de gran tamaño con gallina
y pavo horneados, la inigualable horchata, gracias a su antigua tradición de
plantar árboles de morro, los atoles de varias clases y el pan dulce, variado,
de semitas a pastelería francesa, de pan blanco a torta de tuza y un largo
etcétera. Ninguna ciudad tiene tantas panaderías per cápita. Por supuesto la
exquisitas pupusas, con un toque muy particular.
En 1951, sólo había un museo en el país, el
Nacional en San Salvador. Ese año se inaugura el del sitio arqueológico El
Tazumal y Chalchuapa se convierte en la primera ciudad, fuera de la capital, en tener un museo. Actualmente tiene tres,
el del parque arqueológico Casa Blanca y el religioso, en la casa conventual de
la Parroquia de Santiago, complementan el trío. Tuvo escuela desde el siglo
XVIII de manera informal, con Gerardo Barrios llegó a tener dos. Hoy posee unos
treinta centros de estudio de todos los niveles, estatales y privados. Se debe
agregar una Casa de la Cultura con muchas actividades.
También incluye, aparte de los dos parques
arqueológicos mencionados con su propio museo, uno privado, con la única
pirámide circular descubierta a la fecha. Además tres balnearios, el más
antiguo, “El Trapiche”, se ubica en el río del mismo nombre y
ostenta una piscina olímpica, segunda del país después de la del estadio
nacional Flor Blanca, que construyó el ex presidente chalchuapaneco, General
Salvador Castaneda Castro en 1946, igual que el mercado municipal número uno, y
el bulevar de entrada a la ciudad, conocido como la Doble Vía. Hoy convertidos en
edificaciones patrimoniales. El de El Trapiche es utilizado para la lavada de
la Ropa del Señor, durante los lunes santos desde hace casi dos siglos,
combinando el patrimonio natural, el cultural edificado y el intangible.
En 1885, el presidente militar de Guatemala, Justo
Rufino Barrios, murió en la famosa batalla de Chalchuapa, al intentar unir a
Centroamérica de manera violenta. Una pequeña Plaza con un monumento del
Extinto Presidente y la enorme roca en la que murió, recuerda el
trascendental hecho.
Chalchuapa es una ciudad
monumental desde antes de la llegada de los españoles a nuestro país, milenios
después continúa siéndolo. Es un lugar de privilegio, de esos que sí le dan
valor a una celebración como la del Bicentenario del inicio del proceso de independencia
centroamericana. Lástima que la fiesta de este gran hecho histórico no ha
tenido la importancia que han merecido las similares de México, Venezuela
y Argentina. El Salvador es así. A Chalchuapa no le importa, es demasiado lo
que poseyó y lo que lo que actualmente posee, que no afecta un ápice a su
importancia histórica. Igual le hace bien a nuestro país aunque no se de por
enterado.
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